martes, 31 de julio de 2007

¿Cómo se pronuncia Mxyzptlk?

¡Repite conmigo, chico listo!¡Repite conmigo, chico listo!

¡Mix...¡Mix...

...yezz......yezz...

...spit......spit...

...lick!...lick!

¡Tronchante! X-D

Son fotogramas de la serie de animación de Superman, concretamente del octavo episodio de la segunda temporada, dedicado al cabronazo de Mxyzptlk. Me estoy dando un auténtico atracón de series de animación de Warner basadas en los superhéroes de DC. ¡No me canso de ver episodios! Sobre todo he flipado con Justice League Unlimited, que tiene episodios acojonantes como Clash, una auténtica pasada de mamporros entre Superman y el Capitán Marvel que merece la pena ver.

Pero este episodio con Mxyzptlk tiene aún jugo para otra entrada, ¡ya veréis mañana! :-D

lunes, 30 de julio de 2007

Proyecto Gutenberg: «e-books» de ciencia ficción

Para quienes no conozcan el Proyecto Gutenberg, contaré someramente su historia.

En 1971, el estadounidense Michael Stern Hart, un geek de 24 años, volvía de ver los fuegos artificiales con que, tradicionalmente, se inicia la fiesta del 4 de julio en su país. De vuelta a casa, en una tienda de comestibles, le regalaron una copia de la Declaración de Independencia.

Al día siguiente, Michael estaba delante de su terminal en la Universidad de Illinois, donde estudiaba. Un amigo de su hermano, operador de la unidad principal del sistema informático de la Universidad, acababa de abrirle una cuenta de usuario en la red local del centro.

Al principio, Michael no tenía ni pajolera idea de qué hacer con su cuenta. Entonces se le ocurrió regalar a los otros usuarios de la red una copia digital de la Declaración de Independencia. Agarró el ejemplar que le habían dado, digitalizó el documento mecanografiándolo en una máquina teletipo y trató de enviarlo por correo electrónico a todos los usuarios. Pero el intento fue un fracaso. Por lo visto, el envío masivo había comprometido la estabilidad del sistema, así que lo dejó compartido en un directorio para que, quien quisiera tenerlo, pudiera bajárselo sin problemas.

Así arrancó el Proyecto Gutenberg. Hoy, la biblioteca electrónica fundada por Michael Hart tiene unos 20.000 libros en sus estantes virtuales, digitalizados por decenas de miles de voluntarios, la mayoría de dominio público, aunque también hay autores que ceden su trabajo con licencias especiales, como el reconocido escritor de ciencia ficción Cory Doctorow.

La noticia es que recientemente se ha terminado de recopilar un CD con 165 libros de ciencia ficción del Proyecto Gutenberg, el Project Gutenberg SF Bookshelf, algo así como «el estante de la CF del Proyecto Gutenberg». Aparte, la biblioteca del Proyecto Gutenberg tiene otro «estante virtual» dedicado a los precursores de la ciencia ficción.

Las obras están en inglés, ahí está la pega, pero bueno... ¡A caballo regalado...!

El CD está disponible en varios medios de intercambio peer to peer; sólo tenéis que buscar el fichero PGSFCD-032007.zip o utilizar los enlaces de la web del proyecto.


Más información (en inglés):

Science Fiction (Bookshelf)
Precursors of Science Fiction (Bookshelf)
Baen Free Library (otra estupenda biblioteca virtual que encontré en la página del Proyecto Gutenberg, con cantidad de CF)

jueves, 26 de julio de 2007

Relato: «No hay caminos al Paraíso», de Charles Bukowski.

Como prometí en el canal de IRC del grupo de noticias de Usenet es.rec.ficcion.misc, he terminado de traducir el relato No Way To Paradise, de Charles Bukowski (1920-1994). Aunque no es ninguna maravilla lo he juzgado interesante para vosotros, aunque sea como curiosidad, por ser un relato de corte fantástico escrito por un autor eminentemente realista. A pesar de esto, no deja de ser un relato de Bukowski, con todo lo que ello conlleva.

La obra de Charles Bukowski, tanto en poesía como en prosa, es bastante conocida. El alcohol, la soledad, las mujeres y la alienación laboral son algunas de las constantes de su labor literaria, que realizaba casi siempre con un extremo realismo, a veces cruel, aunque con un tono desenfadado muy característico de su estilo.

He dicho casi siempre porque, en algunas ocasiones, su viaje literario lo llevó, quizá a lomos de algún delirio alcohólico, a adentrarse en el territorio de lo fantástico. Es el caso de No Way To Paradise, una demostración más de que hasta los autores más identificados con el realismo por la crítica, tan propensa a la etiqueta excluyente, han recurrido y recurren a elementos fantásticos cuando les parece. No es un gran relato, pero me ha parecido curioso y, como las traducciones que he encontrado por ahí no me han convencido demasiado, yo mismo me he puesto a la tarea.

No soy traductor profesional y algunas partes me siguen sonando mal, pero bueno... Es lo que hay. :-))

El relato se encuentra en la antología South of No North: Stories of the Buried Life (1975).

Con todos vosotros, mi humilde versión de «No Way To Paradise», por Charles Bukowski.



No hay caminos al Paraíso

Charles Bukowski


Yo estaba sentado en un bar de la Avenida Oeste. Era alrededor de la medianoche y me encontraba en mi habitual estado de confusión. Es decir, ya sabes, nada funciona correctamente: las mujeres, los empleos, los desempleos, el tiempo, los perros... Al final te limitas a sentarte en una especie de estado catatónico y aguardas, como si estuvieras en el banco de la parada del autobús, esperando la muerte.

Bueno, estaba allí sentado y hete aquí que viene una con largo pelo oscuro, un buen cuerpo, tristes ojos marrones... No me volví hacia ella. La ignoré, incluso a pesar de que se había sentado en el taburete que estaba al lado del mío, cuando había otra docena de asientos vacíos. De hecho, éramos los únicos en el bar, aparte del barman. Pidió un vino seco. Luego me preguntó qué estaba bebiendo yo.

—Escocés con agua.

—Póngale un escocés con agua —dijo al barman.

Bueno, eso sí que era raro.

Abrió su bolso, extrajo una pequeña jaula de alambre y sacó de ella a unas personas diminutas, sentándolas sobre la barra. Tenían unos siete u ocho centímetros de altura, estaban vivos y correctamente vestidos. Había cuatro de ellos, dos hombres y dos mujeres.

—Los hacen ahora —dijo ella—. Son caros; costaban unos dos mil dólares la unidad cuando los conseguí. Ahora andan por los dos mil cuatrocientos. No conozco el proceso de fabricación; probablemente es ilegal.

Aquella gente diminuta se paseaba por la superficie de la barra del bar. De repente, uno de los hombrecillos le arreó un sopapo a una de las mujercillas.

—¡Puta! —dijo—. ¡He terminado contigo!

—¡No, George, no puedes! —lloriqueó ella—. ¡Te quiero! ¡Me mataré! ¡Tengo que tenerte!

—No me importa —dijo el hombrecillo; sacó un pitillo diminuto y se lo encendió—. Tengo derecho a vivir la vida.

—Si tú no la quieres —dijo el otro hombrecillo—, yo la tomaré. La amo.

—Pero a ti no te quiero, Marty. Estoy enamorada de George.

—¡Pero es un cabrón, Anna!, ¡un cabronazo!

—Lo sé, pero le amo de todos modos.

Entonces el pequeño cabrón se abrió paso entre ellos y besó a la otra mujercilla.

—Tengo un triángulo en formación —dijo la dama que me había pagado la copa—. Esos son Marty, George, Anna y Ruthie. George es atractivo, muy atractivo. Marty es un poco cabeza cuadrada.

—¿No es un poco triste observar todo eso...? Em, ¿cómo te llamas?

—Aurora. Es un nombre horrible. Pero es el tipo de cosas que, a veces, las madres hacen a sus hijos.

—Yo soy Hank. Pero esto... ¿no es un poco deprimente?

—No, no me deprime ver esto. No he tenido mucha suerte con mis propios amoríos; tengo una mala suerte horrible, la verdad...

—Todos tenemos una suerte horrible.

—Supongo que sí. En todo caso, compré a esta gente diminuta y ahora los observo. Es como tener una relación, sin los problemas que comporta una relación... Pero cuando se ponen a hacer el amor, me entra un calentón espantoso. Entonces resulta difícil.

—¿Son eróticos?

—Muy, muy eróticos. Dios mío, ¡qué caliente me ponen!

—¿Por qué no haces que lo hagan? Quiero decir ahora mismo. Los observaremos juntos.

—Oh, no puedes obligarlos a hacerlo. Tienen que hacerlo por sí mismos.

—¿Con qué frecuencia lo hacen?

—Oh, son bastante buenos. Echan cuatro o cinco a la semana.

Seguían paseándose por la barra.

—Escucha —dijo Marty—, dame una oportunidad. Tan sólo dame una oportunidad, Anna.

—No —dijo Anna—, mi amor pertenece a George. No hay modo de que sea de otra forma.

George estaba besando a Ruthie, magreándole los pechos. Ruthie se estaba calentando.

—Ruthie se está calentando —le dije a Aurora—. Se está calentando, se calienta de veras.

Yo también me estaba calentando. Agarré a Aurora y la besé.

—Escucha —dijo—, no me gusta que hagan el amor en público. Los llevaré a casa y les dejaré hacerlo allí.

—Pero entonces no podré verlo.

—Bueno, sólo tienes que venir conmigo.

—Muy bien —dije—, vamos allá.

Terminé mi copa y salimos juntos del local. Aurora llevaba a las personitas en la pequeña jaula de alambre. Nos metimos en su coche y colocó la jaula entre nosotros, en el asiento delantero. Miré a Aurora. Era realmente joven y hermosa. También parecía buena persona. ¿Cómo podía haberle ido mal con los hombres? Hay tantas maneras de que esas cosas salgan mal... Las cuatro personitas le habían costado ocho mil dólares. Sólo eso por alejarse de las relaciones y no alejarse de las relaciones.

Su casa estaba cerca de las colinas, un lugar de aspecto agradable. Salimos del coche y caminamos hasta la puerta. Sostuve la jaula con las personitas mientras Aurora abría la puerta.

—La semana pasada fui a escuchar a Randy Newman en el Troubadour. Es estupendo, ¿verdad? —me preguntó.

—Sí que lo es.


Entramos en la sala de estar y Aurora sacó a las personitas, colocándolas sobre la mesa de café. Luego fue a la cocina, abrió la nevera y sacó una botella de vino. También trajo dos copas.

—Perdona que te lo diga —dijo— pero pareces un poquito loco. ¿A qué te dedicas?

—Soy escritor.

—¿Vas a escribir sobre esto?

—Nunca me creerán, pero lo haré.

—Mira, George le ha bajado las bragas a Ruthie. Le está metiendo el dedo. ¿Quieres hielo?

—Sí. No, sin hielo. Solo está bien.

—No sé —dijo Aurora—, realmente me pone caliente observarlos. Quizá es por lo pequeños que son. Me calienta de verdad.

—Sé cómo te sientes.

—Mira, ahora George se echa sobre ella.

—Se le ha echado encima, ¿eh?

—¡Fíjate en ellos!

—¡Dios todopoderoso!

Abracé a Aurora. Nos quedamos ahí de pie, besándonos. Mientras lo hacíamos sus ojos iban de los míos a ellos y de vuelta a mis ojos otra vez.

Los pequeños Marty y Anna también estaban mirando.

—Mira —dijo Marty—, van a hacerlo. Nosotros también podríamos hacerlo. ¿Verdad?

—Espero que sí —dijo Aurora.

La eché sobre el sofá y le levanté el vestido hasta las caderas. La besé en la garganta.

—Te amo —dije.

—¿Me amas? ¿Me amas?

—Sí, de algún modo, sí...

—Está bien —dijo la pequeña Anna al pequeño Marty—, podríamos hacerlo también, incluso aunque no te ame.

Se abrazaron en el centro de la mesa de café. Liberé a Aurora de sus bragas. Aurora gimió. La pequeña Ruthie gimió. Marty se pegó a Anna. Estaba ocurriendo en todas partes. Me vino la idea de que todo el mundo lo estaba haciendo al mismo tiempo. Entonces me olvidé del resto del mundo. De algún modo llegamos al dormitorio. Luego me monté en Aurora para una larga y lenta cabalgada...

Cuando salió del baño yo estaba leyendo un cuento aburridísimo de la revista "Playboy".

—Ha sido tan bueno —dijo.

—Ha sido un placer —contesté.

Volvió a la cama conmigo. Dejé la revista a un lado.

—¿Crees que podríamos estar juntos? —me preguntó.

—¿Qué quieres decir?

—Que si crees que podríamos estar juntos por tiempo indefinido.

—No lo sé. Puede pasar de todo. Al principio siempre es más fácil.

Entonces llegó un grito desde la sala de estar.

—Oh-oh —dijo Aurora. Saltó fuera de la cama y salió corriendo del cuarto. Yo la seguí. Cuando llegué ahí, Aurora sostenía a George en sus manos.

—¡Ay, Dios mío!

—¿Qué ha pasado?

—¡Se lo ha hecho Anna!

—¿Qué le ha hecho?

—¡Cortarle las pelotas! ¡George es un eunuco!

—¡Jo!

—Tráeme algo de papel higiénico, ¡rápido! ¡Podría desangrarse hasta morir!

—Ese hijo de puta —dijo la diminuta Anna desde la mesa de café—. ¡Si no puedo tener a George, nadie lo tendrá!

—¡Ahora las dos me pertenecéis! —dijo Marty.

—No, tienes que escoger entre nosotras —dijo Anna.

—¿A cuál prefieres? —preguntó Ruthie.

—Os amo a las dos —dijo Marty.

—Ha parado de sangrar —dijo Aurora—. Está inconsciente.

Envolvió a George en un pañuelo y lo dejó en la repisa de la chimenea.

—Quiero decir —siguió Aurora—, que si no piensas que podemos conseguirlo, prefiero no volver a hacerlo.

—Creo que te quiero, Aurora.

—Mira —dijo—, ¡Marty está abrazando a Ruthie!

—¿Van a hacerlo?

—No sé, parecen nerviosos.

Aurora regogió a Anna y la metió en la jaula de alambre.

—¡Sácame de aquí! ¡Los mataré a los dos! ¡Sácame de aquí!

George gemía en su pañuelo, en la repisa de la chimenea. Marty le quitó las bragas a Ruthie. Atraje a Aurora hacia mí. Era hermosa, joven y tenía entrañas. Podía volver a enamorarme. Era posible. Nos besamos. Caí en el interior de sus ojos. Entonces me levanté y empecé a correr. Sabía dónde estaba. Una cucaracha y un águila hacían el amor. El tiempo era un idiota con un banjo. Seguí corriendo. Su largo cabello cayó sobre mi rostro.

—¡Os mataré a todos! —gritó la pequeña Anna. Se agitaba y armaba barullo dentro de su jaula de alambre, a las 3 de la mañana.

Kraftwerk II

Hacia 1993, yo estaba a 800 kilómetros de mi casa, en Murcia, fingiendo estudiar Biblioteconomía y dedicándome a las artes de la gastronomía y la poesía. Otra de mis actividades era la lectura; leí muchísimo en aquella época, que fue la del resurgimiento de mi afición a la ciencia ficción y el descubrimiento del cyberpunk y de J. R. R. Tolkien. También leía muchas revistas, principalmente Fantastic Magazine (hasta su conversión en una mierda de guía de videoclub), Penthouse y MAN.

Una cosa que tenía la revista MAN eran las fotos de tías buenas a página completa, sin ningún tipo de rótulo, ni siquiera la paginación, algo que era muy de agradecer porque se podían separar y enmarcar sin problemas o pegar en la pared a modo de mini-posters. No es ninguna tontería si te gusta la fotografía erótica.

Las revistas ocupaban mucho espacio, así que separaba o recortaba todo lo que me interesaba (entrevistas y artículos incluidos; no vayáis a pensar que sólo la compraba por las tetas) y tiraba el resto.

Hace poco, haciendo limpieza en mi calurosa buhardilla, he encontrado uno de esos recortes, una nota sobre la salida al mercado de un nuevo grupo musical, con el rótulo Kraftwerk II. No soy fan de ningún grupo ni solista en el sentido de saberme todas las canciones de memoria y conocer toda la vida y milagros de cada componente, pero sí que tengo mis favoritos. Y uno de ellos es Kraftwerk, uno de los grupos con más influencia sobre el pop y la música de baile en los últimos treinta años.





En 1991, la productividad del grupo de techno alemán Kraftwerk había decrecido considerablemente. Tanto que uno de los miembros, el inquieto Karl Bartos, decidió dejar el grupo (o lo echaron los fundadores, no está la cosa muy clara) para irse a trabajar por su cuenta. En compañía de Lothar Manteuffel, ex-miembro de Rheingold, formó Elektric Music, una especie de clon de Kraftwerk cuyo primer disco se tituló Esperanto.

Sólo una canción rompe un poco con el estilo Kraftwerk, el tema Kissing the Machine, fruto de la colaboración del edulcorante techno-popero Andy McCluskey, de OMD; el resto es auténtico.

Si os gusta Kraftwerk y no sabíais nada de esto, echadle un vistazo al disco. Merece la pena. Y es on topic, claro.

Letras de las canciones de Esperanto
Página oficial de Karl Bartos

«Masters of Horror» en Cuatro


El canal de televisión Cuatro emitirá esta serie a partir del domingo, 29 de julio... ¡a eso de las dos menos cinco de la madrugada!, ¡qué mamones! Bueno, en realidad será el lunes 30 (ya sabéis: si dicen la madrugada del domingo, se refieren al periodo de tiempo del lunes que transcurre antes del amanecer; cosas que tiene nuestro idioma).

En fin, habrá que grabarlo o bajarlo de la mula, porque he empezado a seguir la dieta del sueño que he visto en el semanario XLSemanal y pienso seguirla a rajatabla. ¡Por fin he encontrado mi dieta ideal: ponerme hasta el culo en el desayuno y sobar diez horas diarias!

Bueno, a lo que iba... Maestros del terror es una serie de mediometrajes para televisión, independientes entre sí, dirigidos por conocidos cultivadores del género como Dante, Landis, Carpenter, Argento, ¡incluso hay un episodio dirigido por Takashi Miike! La calidad no es siempre la misma, pero tiene auténticas joyas como Cigarette Burns, de John Carpenter.


Masters of Horror en Wikipedia [es]
Masters of Horror en IMDB
Maestros del terror en Cuatro

martes, 24 de julio de 2007

Kim Newman y su abuso del cameo en «El sanguinario Barón Rojo»

☆½

En Gijón, durante la pasada AsturCon, logré depredar unos cuantos libros de segunda mano a un precio casi razonable. Uno de ellos, El sanguinario Barón Rojo (de Kim Newman, autor de El año de Drácula, con la que está relacionada), lo compré convencido por Ricardo Manzanaro que, ante mis dudas, me aseguró que no estaba mal.

Las historias de vampiros, sobre todo si media un tratamiento moderno, me suelen atraer. Ahí están El ansia, de Whitley Strieber, las primeras Crónicas Vampíricas de Anne Rice, Sueño del Fevre, de George R. R. Martin, El misterio de Salem’s Lot, de Stephen King... Y otras menos populares pero excelentes como la fascinante La fase del rubí, de la valenciana Pilar Pedraza, interesante autora a quien el fandom patrio, desgraciadamente, no ha prestado la atención que merece.

También me he llevado chascos desagradables, claro, como las nauseabundas secuelas y precuelas de Entrevista con un vampiro (excepto Lestat, el vampiro y, con muchas reservas, La reina de los condenados) o la bazofia esa de Laurell K. Hamilton Placeres prohibidos (ya estaba avisado trs hojear la adaptación al cómic, pero me pudo la curiosidad), una caca de vaca empalada en una estaca, oda a la pose hortera y la chulería yanqui más casposa y rancia, más propia de las peores teleseries de los ochenta que de una obra literaria.

No tenía El año de Drácula en mi biblioteca, pero tenía antojo de vampiros, así que la cargué en mi estupendísima Palm T|X... y me la leí de un tirón. Es una novela muy entretenida. La verdad es que me gustó bastante. No es una obra maestra ni falta que le hace; le basta con ser ingeniosa y dar una vuelta de tuerca original al pastiche decimonónico, con una mezcla de personajes que recuerda a obras como La Liga de los Caballeros Extraordinarios, el estupendo cómic guionizado por Alan Moore.

La cosa es que, si en la primera novela aparecían varios personajes clásicos de muchos autores diferentes haciendo “cameos” o, incluso, con cierto protagonismo, y se agradecía, en la continuación se abusa tanto de este recurso que llega a cansar. Sale hasta el apuntador; ya en la página 100 parece que ningún personaje del fantástico decimonónico puede haberse quedado fuera, pero el desfile sigue y sigue. Lo que en El año de Drácula hacía gracia, en El sanguinario Barón Rojo llega a fastidiar y a estorbar. Newman introduce en la historia a estos personajes, la mayoría de las veces, por puro capricho, a veces con calzador, convirtiendo su novela en una especie de "Torrente III" con vampiros.

Una cosa es dar unos toques para ambientar y rendir pleitesía a los ídolos, y otra es lo que hace Newman en El sanguinario Barón Rojo. Es como esos que tienen la suerte de poder casarse en una preciosa catedral gótica y se lían a atiborrarla de lazos de falso satén rosa con flores de plástico para “adornarla”.

Sirva como ejemplo de lo que no se debe hacer cuando se decide recurrir a este tipo de homenajes.

domingo, 22 de julio de 2007

Ilustraciones de Mervyn Peake para «La casa desolada», de Dickens


Buscando grabados antiguos para un trabajo he encontrado unas ilustraciones de Mervyn Peake que no conocía. Como sabéis, Peake fue el autor de la inacabada serie de Titus Groan.

Muchos lectores de la mal llamada “Trilogía de Gormenghast” desconocen su faceta gráfica. Lo cierto es que Peake comenzó su andadura artística como pintor e ilustrador, haciéndose un nombre como retratista de la “buena sociedad” londinense. Estos dibujos sirvieron para ilustrar La casa desolada, de Charles Dickens (a quien Peake, por cierto, admiraba profundamente):


sábado, 21 de julio de 2007

El eterno triángulo (I)


He visto en el nº 21 de Nueva Dimensión un relato de ciencia ficción, El eterno triángulo, escrito por un señor que fue bastante importante en su país durante los años setenta: el escritor y diplomático iraní Fareydoun Hoveyda. Nacido en Damasco (Siria) en 1924, falleció el año pasado en Clifton, Virginia del Norte (EEUU), donde vivía exiliado desde la revolución islamista de 1979.

F. Hoveyda, hombre polifacético, cinéfilo, con gran talento literario, sumamente culto e inteligente, educado en la Sorbona de París, fue uno de los principales responsables de la modernización de Irán junto a su hermano Amir-Habbas durante el reinado del Shah Reza Pahlevi. Embajador de Irán ante la ONU y viceministro de exteriores, la revolución le pilló fuera del país. Su hermano, primer ministro del Shah desde 1965, no tuvo tanta suerte y fue ejecutado por Jomeini y sus secuaces.

Tras la revolución, F. Hoveyda se distinguió como opositor al régimen teocrático iraní desde Estados Unidos.

¿Quién iba a pensar que a este hombre le gustaba la ciencia ficción?

En fin, esta noche me leeré el cuento. A ver qué tal.