miércoles, 3 de agosto de 2005

Bajo la máscara

Al hilo de lo que comentaba en mi mensaje inaugural sobre el hecho de que Jean Mallart es un personaje de ficción al que a veces me gusta interpretar, me gustaría rescatar unas reflexiones mías sobre eso que los anglosajones llaman impersonation (asumir una personalidad ajena, tema que siempre me ha fascinado) en relación con los superhéroes de los comics.

Me encanta esa palabra, impersonation; es una lástima que no exista en castellano. Me gusta porque recoge perfectamente lo que significa ponerse una máscara; en el fondo, se refiere a eso. En griego, máscara y persona reciben el mismo nombre. Para los antiguos griegos, eran la misma cosa. Máscara y persona se funden y se confunden; así ha sido en diversas épocas, en distintos lugares, en diferentes momentos a lo largo de la historia, y así seguirá siendo.


En el séptimo de sus cincuenta artículos sobre las obras maestras del cómic, escritos para la sección Umbrales de Bibliópolis.org, Rafael Marín comentaba el que sin duda es mi cómic favorito (y el de muchísima gente más): «Watchmen», escrita y “dirigida” por el genial Alan Moore, con un eficaz Dave Gibbons en las labores gráficas.

El comentario terminaba así:
Cada personaje es tan rico en matices y en psicología como, lo repito, cualquier personaje de una buena novela, algo que el comic había eludido casi siempre. Máscaras sobre máscaras, de entre todos ellos es el Comediante, el perro a sueldo del fascismo gubernamental, el primero en horrorizarse y encontrar la muerte al descubrir cuál es el plan de Veidt, y es Rorschach, el enloquecido vigilante lleno de psicopatologías con las que encubre su situación de basura blanca y perfecto don nadie, quien se opondrá hasta el sacrificio, en un arrebato de dignidad envidiable, a la no menos enloquecida estrategia de paz y buenos sentimientos de Ozymandias, quien desde su personal percepción de lo que debe ser la vida no se da cuenta de que la iconografía egipcia en la que basa su personaje (máscara en el sentido griego del término) arranca del culto al oro y a la muerte.
En es.rec.ficcion.misc, el foro de Usenet sobre género fantástico, estábamos hablando precisamente de esta obra maestra del cómic. Les indiqué dónde podían leer el comentario de Rafael Marín y así surgió mi reflexión. Voy a adaptarlo como si fuera una conversación en el ágora:

Osmo Lukult, un joven meteco, inquirió:

—Sólo una pregunta sobre lo leído: ¿cual es la raíz o significado griego de la palabra “máscara”?

—¿Cuál es la raíz griega de la palabra “máscara”? —repitió Jean Mallart—... Ninguna; es de origen árabe —contestó, tan pedante como siempre.

—Cierto —señaló el mago persa diaspar, el más anciano de quienes habitaban la polis—. Comparte raíz con “majara”; ambas vienen del árabe masjara. En latin es larva y en griego... ¡Ni puta idea!

—En griego es prósopon —aclaró el sofista Mallart, disponiéndose por fin a responder la pregunta del joven meteco, por puro afán de quedar mejor que el persa diaspar—, palabra que, además de “máscara”, significa “cara”, “rostro”... y también puede significar “persona”.

»Que los griegos usaran la misma palabra para los tres significados es, valga la redundancia, muy significativo... Aunque hay quien dice que lo de “persona” es un añadido latino, por el modo como resonaba la voz al salir por la boca de la máscara... Es igual; como me conviene, voy a tirar por ahí —el sofista Mallart se sonrió ante su propio cinismo, digno del sinopeo Diógenes, y reanudó su alocución diciendo:

—Los antiguos griegos identificaban el rostro con la persona y la máscara con el personaje. Naturalmente, los rasgos del actor raras veces se corresponden con los del personaje representado; para acercarse a la imagen que se supone debe tener el personaje, se “caracterizan”, lo que no es más que una sofisticación del enmascaramiento griego clásico. Esto que hoy parece una perogrullada era para la mentalidad de aquellos hombres algo fundamental; los rasgos del actor eran del actor, no del personaje; que un actor pretendiera ser Histrión exhibiendo al mismo tiempo sus rasgos personales, los que le definían como individuo fuera de la escena, era totalmente absurdo. Así que tenía que cubrir su rostro con una máscara que reprodujera la verdadera faz del personaje. Ocurría así algo casi mágico: al ponerse la máscara, el actor se convertía literalmente en otra persona: el personaje que representaba.

La cara/máscara de RorschachAquí empezaron a hablar de Rorschach, de cómo hablaba de su cara para referirse a su máscara (recordemos que prósopon significa tanto “máscara” como “cara” o “rostro”), y siguieron con V de Vendetta, obra del mismo autor que Watchmen, y su misterioso protagonista... Durante la conversación, Jean Mallart se atrevió a comentar las atinadas palabras de Rafael Marín con el siguiente discurso:

—Marín escribió: “Ozymandias, (...) desde su personal percepción de lo que debe ser la vida no se da cuenta de que la iconografía egipcia en la que basa su personaje (máscara en el sentido griego del término) arranca del culto al oro y a la muerte.” Máscara en el sentido griego del término —recordó el sofista Mallart.

»El teatro clásico griego se caracterizaba por el empleo de máscaras para ocultar la expresión propia de los actores, sustituyéndola por una mueca genérica que representaba un aspecto universal del alma humana. Cada personaje —casi siempre un estereotipo: el joven, el libertino, la cortesana, la jovencita, el padre, el viejo, el esclavo, etc.— tenía su máscara... O, mejor dicho: cada máscara tenía su papel, un rol determinado dentro de la obra. Los romanos recogieron esa tradición y lo demás es historia; su influencia se ha hecho sentir hasta la actualidad y el teatro no es una excepción. Las máscaras nunca han abandonado del todo las tablas.

»En las tablas de ese mundo de ficción —poblado por héroes y villanos tan estereotipados como los personajes del teatro antiguo— de los cómics americanos de superhéroes, es del todo coherente que los actores lleven máscara. Alan Moore, consciente de la analogía, aprovecha ese elemento al máximo. En Watchmen, máscaras y disfraces tienen un sentido irónico, amargamente irónico, pero también profundo. Volvemos al sentido que tenía el uso de máscaras en el teatro: ocultar los rasgos propios del individuo (y, de paso, lo que no estaba nada mal, la posible expresión de los propios sentimientos).

»Veidt asume un rol, el de Ozymandias, salvador del mundo; la máscara del héroe que oculta su verdadero ser: un endiosado monstruo ávido de poder, que salva el mundo por egoísmo, en un intento —a primera vista exitoso (impresionante el momento en que grita su doble triunfo; sutilísimo el baile de máscaras de la escena)— de dominar su propio destino: Veidt se rebela contra la posibilidad de que las circunstancias le impidan —como impidieron a Alejandro, su ídolo personal— llegar a conquistar el mundo. Hybris..., el mayor pecado contra los dioses. Pero el único dios presente en esta historia es el Dr. Manhattan, y éste hace mucho que ha dejado de preocuparse por esas cosas. Es un dios moderno, práctico y ecuánime. “Los asuntos de los humanos”, dice antes de abandonar esta galaxia, “no me incumben”.

Pasaron unos minutos mientras Osmo Lukult asimilaba lo que acababa de escuchar y el resto de los oyentes buscaba hybris en la Wikipedia. Entonces, Jean Mallart se dirigió a diaspar y terminó su disertación añadiendo:

—Y ya que mencionas el latín larva, la máscara que se pone el bicho para transformarse en ninfa, recomiendo leer un fascinante relato de Julio Cortázar: Axolotl, en la antología Fin del juego.


Bueno, así fue más o menos. Resalté la importancia de la máscara de V y el mundo teatral en V de Vendetta, dejando un comentario detallado para otra ocasión, y mencioné la relación de Máscaras de matar (estimable novela de León Arsenal, que ganó con ella el primer Premio Minotauro) y La Polilla Lunar (magnífico relato de Jack Vance, autor al que debe no poco la obra anterior) con las ideas expuestas. Si no los habéis leído, recomendados quedan.

1 comentario:

  1. Excelente artículo, como siempre. Y ademas salen griegos XDDD

    Muy interesante lo del teatro. Me acabo de acordar de una historia que tengo en mente que es un thriller policíaco en donde el mundo del teatro tiene mucha importancia, pero... apenas he encontrado nada por la red. Sí, obras teatrales, ó manuales de maquillaje, pero nada que hable sobre el teatro en sí. Tu artículo es excelente por eso, porque aporta algo que ninguna otra fuente me ha aportado.

    PD: Sigo poniendome al dia :-P

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